Las tensiones internas
de Aldo Macor La autenticidad del modelo Siempre el Eco Renacentista Energía: Los Mundos
de Aldo Macor La Efusividad Escultórica
de Aldo Macor
LAS TENSIONES INTERNAS
DE ALDO MACOR Su aprendizaje lo hizo formalmente, primero, en Roma
y, luego, en Caracas, tras instalarse en esta ciudad en 1955. Macor vino
así a continuar una tradición de escultores italianos asentados
en nuestro país que se remonta a Jorge Gori, Daini y José
Pizzo, todos ellos, como Macor mismo, poseedores de una sólida
base técnica y, además, escultores figurativos. Se trata, así pues, en su caso, no de captar
exteriormente la forma de un cuerpo dado, cuya presencia se impone, sino
de expresar a través de la materia una fuerza elemental e instintiva
que pugna por liberarse y que de hecho es aprehendida en la forma fija
donde se materializa. Una de estas obras constituye una proyección, a escala, de la imagen de un Toro derribado en su ímpetu, obra fundida en bronce para un parque de Puerto Ordaz. Pero también se ha enfrentado, no sin superar toda clase de escrúpulos y dudas, a soluciones que implicaban un más complejo despliegue técnico y considerar la forma integrada al espacio y en relación con su desarrollo monumental, a escala. Así es como modeló y llevé al bronce el grupo La Paternidad, un poderoso desnudo que seguramente es una de las obras de mayor formato, si no la mayor, que se han vaciado en fundiciones de Venezuela. Después de esto, Macor ha trabajado en un monumento a Cristóbal Colón cuya simbología se aparta de la interpretación convencional para dar a la forma humana un tratamiento visual que corresponde, no a una representación naturalista, sino a una interpretación universal de la idea del descubrimiento. Macor es un escultor en progreso, a despecho de que durante algún tiempo, viviendo en Venezuela, se vio precisado a dejar su arte. La obra que exhibe en pequeño formato, es muestra fehaciente y embrionaria de lo que él mismo ha desarrollado en esculturas de mayor tamaño o que su trabajo actual presiente para un futuro inmediato. Inconforme y exigente, sin duda Macor ha allanado gran parte de los inmensos obstáculos que le son propios a un oficio tan difícil como el de escultor.
LA AUTENTICIDAD DEL
MODELO (fragmento) Y esto según una curiosidad humana aún capaz de sorprenderse de sus propios entusiasmos. Una curiosidad por el prójimo, con su historia secreta, que la mano, pronta y veloz, no tiene dificultad en fijar, con frescura.
SIEMPRE EL ECO RENACENTISTA Helena Sassone Los seres de la naturaleza poseen su belleza espontánea,
sus formas recónditas o su externidad atrayente y el ojo suele
dejarla pasar porque lo muy visto se desgasta. El artista plástico,
nuevo artífice, rehace lo hecho, imitativamente o mediante un acto
de interpretación, aunque, para mí, lo imitativo o el arte
reflejo no deja de ser también, si es arte, interpretativo. Este es un modo de innovar, buscar novedad en los
temas de siempre, es interpretarlos en formas reconocibles, gozosas al
mirar y susceptibles de ser apresadas como formas de la naturaleza que
manos apasionadas, sí, pero racionalistas, han querido rescatar.
ENERGÍA: LOS
MUNDOS DE ALDO MACOR Peter Soehlke El bronce es la técnica preferida de Macor
por cuanto lo considera el material de mayor jerarquía, cuya tecnología
muy poco ha evolucionado desde los tiempos de Fidias y Praxíteles,
hará casi tres milenios. Solo así se explica la maestría del ritmo en la expresión del movimiento, el vigor y la dinámica generados por el relieve del modelado y el dominio del matiz en el acabado del bronce. Sólo así, este combate de caballos
llega a parecerse a un ballet (Lucha),
este ataque taurino a detenerse, avalancha congelada de movimiento virtual
(Embestida),
y esta despavorida huida ¿pánico o anhelo de libertad?
a cristalizarse en estallido ascendente (Estampida). Se trata de un tríptico, integrado por la poderosa mole de un toro segado en pleno arranque y una mujer sentada con los brazos tornados alrededor de las piernas dobladas, encarnación de una sensualidad recogida, sosegada (la India Guri). Pero del conjunto, la obra en la que más cariño y expectativa ha vertido el artista, es sin duda La Paternidad, triunfante himno a la vida del hombre que levanta al niño a todo lo alto de sus brazos. La novedosa reformulación del tópico no lo niega, sino que afirma tan sólo su complementariedad. Posee esta escultura un tamaño que habrá de causar asombro a la fuerza y bien podría tratarse de un estreno para Venezuela. Pero importa también recordar que la monumentalidad
no surge de la dimensión ni de la temática tan sólo:
surge más bien de una tensión proyectada, de un ritmo y
de proporciones propias, características inherentes todas a las
tres esculturas evocadas, de modo que nos es ya factible prever el efecto
producido una vez que estén instaladas en el parque de Puerto Ordaz
al que se las destina. Sobre un pedestal doble formado por una base cuadrática más ancha continuada por un pilar altísimo en forma de paralelepípedo, se yergue, inscrita en un triple anillo de Möbius, un desnudo de hombre que alza los brazos al cielo en signo de Eureka. El simbolismo traducido por las tres bandas se refiere tanto al origen y a los medios de transportes del Almirante (las carabelas), como a las riquezas minerales de esta Tierra de Gracia, pero la representación naturalista ha sido paulatinamente desplazada por un trazado más geométrico, más abstracto también y de singular belleza. A la par, la representación histórica deviene alegórica y polivalente, trascendiendo así lo anecdótico para conjurar la recia figura del descubridor en términos absolutos.
LA EFUSIVIDAD ESCULTÓRICA
DE ALDO MACOR (1999) Perán Erminy Su trabajo es siempre figurativo y realista; dedicado anteriormente al retrato, después a los temas animalísticos (caballos y, sobre todo, toros), a las figuras humanas y luego, más recientemente, a la realización de algunas obras monumentales, como las de La Paternidad, el Toro y la India Gurí (ya terminadas y fundidas). Ahora acaba de concluir el proyecto de un gran monumento
en homenaje a Cristóbal
Colón, que no está concebido como una estatua convencional,
representativa del personaje de Colón, sino como una alegoría,
más universal, que simboliza el triunfo de la inteligencia humana
en la aventura infinita del descubrimiento y de la invención creadora. La línea evolutiva de la producción escultórica de Aldo Macor asciende hacia una mayor libertad. Su obra gana en intensidad expresiva y en calidad estética en la medida en que se desprende de su sujeción al modelo representado (o imaginado) y se hace más autónoma. Lo que nos atrae en estas obras es lo que tienen de espontaneidad y de impulsividad. Las huellas nerviosas y rápidas del modelado le confieren a las formas una energía vital que las anima. De este modo la forma orgánica se desorganiza y casi se descompone con los gestos repentinos que la modelan, como si fuese un trabajo abocetado, rompiendo la continuidad de la superficie y variando el juego de las luces y de las sombras; acaso con algo de Rodin y de Rosso, y tal vez también de Degas. En todo caso la relación con el espacio es activa y dinámica, y con el espectador es rica en estímulos y sensaciones, siempre bajo el predominio de la emotividad. En resumen, se trata de una obra escultórica muy interesante, y de buena calidad. |